Una combinación de instinto, celo profesional, olfato, decisión y, en este caso, vista, de quienes pasan horas y horas patrullando los pueblos del País Vasco y Navarra, esto es, los agentes de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR)de la Guardia Civil, ha propiciado la caída del «comando» que en fechas breves pretendía perpetrar una matanza en pleno corazón de Madrid, y el esclarecimiento de la salvajada de la T-4 de Barajas, entre otros actos criminales.
«¿Habéis visto a esos, os habéis fijado en esa mirada?», comentó uno de los cuatro agentes que patrullaban en coche las calles de la localidad guipuzcoana de Mondragón, el día de Reyes, a sus tres compañeros, según la reconstrucción aproximada de la conversación mantenida, y que ha sido facilitada a ABC por fuentes solventes. «Para, vamos a identificarlos», ordenó, sin dudarlo, el cabo que estaba al mando de la misión. Una misión que se enmarcaba en un dispositivo preventivo desplegado desde unas semanas antes por la Guardia Civil en la comarca.
En efecto, la mirada que lanzó Igor Portu hacia el Nissan Patrol despertó las sospechas de uno de los agentes. Fue una mirada de contrariedad, de quien se encuentra ante un imprevisto que puede frustrar sus planes, comentaban a ABC fuentes de la lucha antiterrorista. No hubo más intercambio de palabras entre los guardias civiles. Fue tal la rapidez con la que los cuatro agentes se apearon del vehículo que no dieron opción a los terroristas a reaccionar en un primer momento. Se limitaron a mostrarles el documento nacional de identidad que, como legales que eran, estaba en regla. Fue cuando los guardias civiles les solicitaron que les mostraran lo que llevaban en la mochila cuando intentaron huir y cuando Igor Portu opuso violenta resistencia.
«Se trata de hombres que a diario pasan horas y horas pateándose calles, pueblos, parajes, en la mayoría de los casos en zonas consideradas de alto riesgo por tratarse de feudos tradicionales de ETA-Batasuna», comenta un mando de la Benemérita en alusión a los miembros de los GAR. «Su trabajo -prosigue- es callado, en la mayoría de los casos poco reconocido, pese a que los datos que aportan unos, sumados a los recabados por otros, sirven para que los Servicios de Información manejen información de alto valor operativo. Son nuestros ojos, nuestras antenas».
●De «txakurras» a sabuesos
En cierta ocasión, un agente de la Benemérita preguntó en el interrogatorio a un etarra detenido por qué les llamaban «txakurras» (perros). El terrorista, sin duda intimidado por la situación, sin armas, sin escondite en el que parapetarse, cambió la amenaza o el insulto por el peloteo y respondió: «Porque tenéis olfato y las oléis todas, no se os escapa una, sois como sabuesos».
El agente que el pasado día de Reyes detectó con el suyo la mirada contrariada del etarra se comportó, más que como un sabueso, como un auténtico lince. Como el agente que en 1991 detectó el potente coche bomba que conducía Parot en Sevilla por el sobrepeso del vehículo.
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SLAVA UKRAYINI! HÉROYAM SLAVA!.-


