Mientras los ojos del mundo están puestos en las negociaciones de paz entre el Gobierno Nacional y las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (Farc), otra guerrilla colombiana ha reactivado sus acciones armadas en varias regiones del país.
Se trata del Ejército de Liberación Nacional (ELN), un grupo ilegal que nació, en 1964, con una orientación marxista e inspirado en la Revolución Cubana. La lucha armada la inició con 18 combatientes, liderados por los hermanos Marco, Antonio y Fabio Vásquez Castaño. A ellos se unieron estudiantes y sacerdotes, algunos de ellos españoles, seguidores de la teología de la liberación.
En los últimos diez años, el grupo ha sufrido golpes contundentes en su estructura. Incluso, hasta hace unos meses, el Gobierno veía al ELN como una guerrilla desahuciada. Sin embargo, desde 2012, este conjunto armado ha puesto en marcha un plan para retomar sus ataques y recordarle al país que aún sigue siendo una amenaza.
De acuerdo con organizaciones que estudian el conflicto armado, el ELN contaría con unos 2.500 hombres que tienen una misión común: generar acciones de impacto, demostrar que no son un grupo derrotado y llamar la atención del Gobierno. ¿Cómo? A través de secuestros, hostigamientos a puestos militares, ataques a la infraestructura petrolera y eléctrica o atentados con explosivos.
Los recientes hechos lo demuestran. El pasado 18 de enero esta guerrilla secuestró a seis trabajadores de la empresa minera Geo Explorer: tres colombianos, dos peruanos y un canadiense, en el departamento de Bolívar. Cinco días después, atentaron contra la estación de Policía de Argelia, en el departamento del Cauca, donde siete personas resultaron heridas, entre ellas dos menores de edad. El ELN también es el autor de la retención de los alemanes Uwe Breuer y Günther Breuer, dos ancianos a los que acusa de ser espías.
Un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris, que analiza la guerra en Colombia, sostiene que el grupo sería responsable de, al menos, el 10% de los secuestros cometidos en el país. El porcentaje podría ser mayor desde que las Farc anunciaron el fin de esta práctica. Como consecuencia, el ELN estaría tomando el control de las retenciones.
Aunque los departamentos de Nariño, Arauca y Norte de Santander han tenido una presencia histórica del ELN, en los últimos años este grupo, a pesar de su debilidad militar, ha trasladado parte de sus estructuras a Chocó, Bolívar y parte del oriente antioqueño.
Expertos en el conflicto sostienen que, a pesar de que en sus inicios esta guerrilla se oponía al narcotráfico, hoy se estaría financiando a través del cultivo y la venta de drogas en varias zonas del país, sobre todo en la frontera con Venezuela.
Según el investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris, Ariel Ávila, esos negocios ilegales habrían permitido al ELN tener la capacidad económica para mantener una estructura armada y así aumentar en un 100%, en el 2011, los ataques contra la Fuerza Pública con respecto a años anteriores.
A finales del año pasado, el grupo ilegal pidió participar en el proceso de paz que mantiene el Gobierno Nacional con las Farc; sin embargo, el presidente Juan Manuel Santos rechazó esa propuesta. El jefe de Estado sostuvo que no es posible un acuerdo con las dos guerrillas, puesto que cada una tiene intereses e ideologías distintas.
Hoy, el ELN es considerado como un grupo terrorista por la Unión Europea y otros países, como Perú, Estados Unidos y Canadá.
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