[quote="zaragoza"]OPERACIÓN EAGLE CLAW
El 4 de Noviembre de 1979, una masa de ciudadanos iraníes (entre los que se encontraba el actual presidente de Iran y ex alcalde de Teheran Mahmoud Ahmideyan) entraron en la embajada de los EE.UU. en Teherán y tomaron como rehenes al personal y al contingente del United States Marine Corps, encargado de la seguridad. En total, cincuenta y dos ciudadanos americanos fueron capturados y mantenidos como rehenes por la Guardia Revolucionaria iraní. No quedaba claro si estaban siendo torturados y sometidos a simulacros de ejecuciones. A las pocas horas, la unidad antiterrorista del Ejército de los EE.UU., Special Forces Operational Detachment-1, más conocida como Delta Force, empezó a estudiar un plan para el asalto.
El comandante de la unidad Delta, Charles Becwhith, estaba muy involucrado en los operativos de rescate. Todo debía ser planeado al milímetro, ya que se debía operar en un país hostil y los rehenes no estaban concentrados en un punto, como en la operación desarrollada en Entebbe por el Ejército de Israel. Las informaciones de los servicios de inteligencia no paraban de llegar, indicando el número de captores, su posición y sus rutinas. El planeamiento y entrenamiento para la operación se desarrollaría en el máximo de los secretos.
El audaz plan de asalto estaba decidido ya y en él se involucrarían las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas de los EE.UU.: ocho helicópteros (RH53 de los Marines), doce aviones (4 MC130, 3 EC130, 3 AC130 y 2 C141) y un numeroso grupo de operadores infiltrados en Teherán para encabezar el asalto. El plan básico consistía en infiltrar a los operadores en el país la noche previa al asalto, llevarlos a Teherán y, tras la operación, regresar con los rehenes a casa.
La primera noche, tres MC 130 volarían hasta un punto en el cual desembarcarían los hombres de la Delta Force, los controladores de combate (CCT), los intérpretes y conductores de los camiones, los tres EC 130 con el material necesario para preparar el repostaje de los helicópteros de los Marines. Una vez repostados, continuarían su vuelo hacia Teherán, donde dejarían a los miembros del equipo de asalto Delta. Tendrían un encuentro con los agentes que de manera encubierta trabajaban en Teherán y los llevarían hasta una casa segura, para esperar el asalto que tendria lugar la noche siguiente. Los helicópteros volarían hasta otro punto del país, para esperar la llamada de la fuerza de rescate y recoger a los rehenes y a los hombres Delta.
En la segunda noche, los MC 130 y los Ec 130 volverían a volar dentro de Irán para lanzar a cien Rangers y tomar el aeródromo de Manzariyeh, con la misión de aguantar la posición para que pudiesen aterrizar los C141 de una manera segura, ya que recogerían a toda la fuerza: unidad de asalto, rehenes y rangers. Los tres AC 130 se encargarían de suprimir cualquier intento de reacción por parte de los iraníes. Delta asaltaría la embajada, liberaría a los rehenes, montaría en camiones que los llevarían hasta un campo de fútbol cercano (donde los RH53 aterrizarían y los transportarían hasta el aeródromo tomado por los rangers: allí embarcarían en los Starfliter). Finalmente, regresarían todos los aviones excepto los ocho helicópteros, porque serían destruidos.
Lo que sucedió en el curso de la operación fue muy diferente de lo planificado, no tan detalladamente como se pensaba.
Un mes antes del asalto, una avioneta de la CIA había volado con un equipo de CCT a la primera zona de aterrizaje, la popular Desert One. Un miembro del equipo CCT rodeó la pista ayudado por una bicicleta, lanzando luces estreboscópicas que ayudarían en el aterrizaje y despegue, es decir, había balizado la pista. La incursión no tuvo problemas reseñables y los pilotos anotaron en qué puntos había señales radar: a los 3000 píes.
A pesar de esos datos, los pilotos recibieron la orden de volar en torno a los 200 píes, algo muy arriesgado en el caso de tener una tormenta de arena, Así sucedió. Dos helicópteros perdieron la formación y aterrizaron, abandonando momentáneamente la operación. Otro de ellos sufrió un retraso al encenderse una luz de emergencia y debió de abandonar también la misión.
Luchando contra la tormenta de arena y fuertes vientos, los helicópteros siguieron su camino hacia Desert One. Tras recibir confirmación via radio de que los EC 130 estaban dispuestos para el repostaje, otro de los helicópteros sufrió una averia y debió abandonar la operación. El número total de helicópteros había pasado de ocho a seis, mínimo imprescindible para continuar con la operación.
La primera oleada de tres helicópteros llegó a Desert One con una hora de retraso. La segunda, de otros tres, llegó quince minutos más tarde. Uno de los helicópteros tuvo problemas con su sistema hidráulico principal: así era imposible continuar hacia Teherán. Había cinco helicópteros en uso y eran seis los necesarios para cumplir la misión. En estas condiciones, se canceló la operación. Pero lo más grave estaba aún por ocurrir.
Un helicóptero recibió la orden de cambiar su posición y, en ese movimiento, chocó con un EC 130. Una gran explosión hizo sucumbir Desert One. Fallecieron cinco miembros de la Fuerza Aérea y tres marines. Hubo multitud de heridos. Inmediatamente, se recibió la orden de abandonar el país y dinamitar todos los aparatos que se dejaban en suelo iraní. En la confusión, no se hizo esto último, lo que permitió que toda la información del asalto y la red de contactos fuese a parar a manos del régimen de los Ayatolás. Las fuerzas armadas de los EE.UU. (sobre todo, su aparato de inteligencia) tardaron mucho tiempo en recuperarse de este duro golpe.
Como prevención para evitar otro intento de rescate, los rehenes fueron dispersados por diversos puntos del país. Este hecho supuso un duro golpe para la administración Carter: en las elecciones celebradas meses después, fue derrotado por el candidato republicano Ronald Reagan.
Estados Unidos, que había congelado todos los haberes iraníes como represalía por el asalto a su embajada en Teherán el 4 de noviembre de 1979, tenía en sus manos la clave de la fabricación de piezas de recambio del ejército de la República Islámica, cuyo material era americano. Por influencia de los secuestros en la opinón pública de los países involucrados, ya que afectaban a su política interior, muy fresca estaba en la memoria el fracaso de Carter, al no haber sabido gestionar la mayor y más espectacular crisis: la de las cinco decenas de rehenes secuestrados durante más de cuatrocientos días. Para resolver este asunto, en 1985 se iniciaron unas negociaciones secretas, con el objetivo de proporcionar a Irán las armas y las piezas de recambio que necesitaba su ejército, a cambio de la liberación de los rehenes americanos del Líbano. Se malograron inmediatamente cuando, en 1986, fueron reveladas a la luz pública por una facción iraní, que no estaba de acuerdo con esos arreglos. Esto provocó el escándalo llamado “Irangate”, que afectó durante mucho tiempo a la presidencia de Ronald Reagan.
Las negociaciones secretas con Estados Unidos eran alentadas por Rafsandaji, entonces presidente del Parlamento y futuro presidente de la República, y combatidas por el delfín potencial de Jomeini como guía de la revolución, el ayatolá Montazeri, ayudado por el principal artífice de la línea radical en la exportación de la revolución, Medhi Hashemi, que organizó la huida. Esto hizo caer en desgracia al ayatolá Montzareri y costó la vida a Hashemi, ejecutado en 1987.
Espero que os haya parecido un artículo interesante y completo.
_________________ saludos.
[marq=right] por favor,lee las normas del foro. [/marq]
|