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NotaPublicado: 03 Jun 2007 21:09 
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LLOBU escribió:
El Real Cuerpo de Infantería de Marina tiene su origen en la disposición de la Secretaria de Guerra de Felipe II, por la que se vinculaban permanentemente a la Armada algunos Tercios de Infantería española que,con el nombre genérico de Infantería de la Armada, combatieron por tierra y mar basados en las escuadras de galeras y galeones. Su antiguedad corresponde a la de los citados tercios. El Tercio Nuevo de la Mar de Nápolesse remonta al año 1537. En 1717 su Majestad Felipe V reorganizó y asignó de forma definitiva las antiguedades de las diferentes unidades del Ejército y la Armada, concediendo la de 1537 a la Infantería de Marina por Real Orden de 14 de febrero de 1722. Con posterioridad, y por sucesivas Reales Ordenes y Ordenanzas de 1746, 1748, 1760 y 1871, fue reiterada dicha antiguedad. No obstante, a lo largo de los años, el Cuerpo de Infantería de Marina ha experimentado diversas vicisitudes en su estructura, por lo que, en alguna ocasión, su antiguedad se ha visto temporalmente discutida e incluso modificada hasta llegar a la situación actual. Por tanto, considerando suficientemente acreditada la primitiva antiguedad del Cuerpo y que este hecho constituye un legítimo orgullo nacional, por haber sido España la primera en tomar la decisión orgánica de crear una Infantería de Marina, a propuesta del ministro de Defensa, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 8 de julio de 1978. Dispongo. Artículo único. Se fija el año 1537 como antiguedad del Cuerpo de Infantería de Marina. Madrid, a 10 de julio de 1978.
El Ministro de Defensa: Manuel Gutiérrez Mellado. Juan Carlos R.

Real Decreto de 10 de julio de 1978. (B.O.D. número 191/78 R.D. número 1888.


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NotaPublicado: 03 Jun 2007 21:10 
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LLOBU escribió:
Acciones más importantes durante los primeros 180 años de historia de la Infantería de Marina española, la más antigua del mundo. Un orgullo.

- Expedición a Argel de 1541.
- Batalla Naval de Lepanto, 1571.
- Expedición a Túnez, 1573.
- Conquista de las Islas Terceras (Azores), 1582.
- Expedición a Inglaterra, 1599.
- Expedición a San Salvador (Brasil) 1625.


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NotaPublicado: 03 Jun 2007 21:10 
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optio escribió:
los libros de los tercios son los tercios autor rene quatrefages editorial ejercito de tierra isbn 84-500-8427x
otro sobre los tercios de pavia a rocroi los tercios de la infanteria española en los siglos xvi y xvii autor julio albi de la cuesta editorial balkan isbn 84-7392-127 -5
siento hber tardado tanto pero mas vale tarde que nunca


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NotaPublicado: 03 Jun 2007 21:11 
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optio escribió:
La fundacion de la infantería de marina es por la ascricion permanente del tercio de galeras y del tercio viejo de napoles a las escuadras por parte de Felipe ii , esto hoy en día esta recogido en el escudo del tercio de armada , que sobre el águila de los habsburgo esta el escudo de la infantería de marina y flanqueandolo los escudos de los citados tercios


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NotaPublicado: 03 Jun 2007 21:12 
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leonpro escribió:
aqui te traigo más para leer :cool:

tacticas de combate

uniformes y armamento

más


:D


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NotaPublicado: 12 Mar 2019 19:12 
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La llamada furia española está más relacionada con la historia que con el fútbol. Se denomina así el saqueo e incendio de Amberes y otras ciudades flamencas a finales del siglo XVI por los Tercios de Flandes. Los ejércitos españoles, que en 1576 llevaban más de dos años sin cobrar, se amotinaron y tomaron la ciudad de Alost (Bélgica). El Consejo de Estado de los Países Bajos (dominado por los holandeses) autorizó entonces a los ciudadanos a atacar a los tercios allá donde estuviesen. Les apoyarían tropas valonas y alemanas. La reacción de las milicias de Felipe II —en clara minoría numérica— fue brutal en Amberes. Muchos holandeses huyeron y se refugiaron en el Ayuntamiento. Los tercios le prendieron fuego y saquearon la ciudad: robos, cientos de muertos y violaciones.

Pero el estudio La leyenda negra de la presencia española en los Países Bajos, realizado por los departamentos Forense y de Biología de la Universidad Católica de Lovaina y por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), centro mixto de la Universidad Pompeu Fabra y del CSIC, desmonta el mito. No se han encontrado rastros genéticos de los españoles en los descendientes de los habitantes de las ciudades saqueadas: las personas con pelo negro y ojos marrones no son herederos genéticos de los soldados de Felipe II, tal y como “la memoria colectiva asume”, dice el informe.

En las 1.337 muestras de ADN tomadas a habitantes de los Países Bajos, tanto de ciudades saqueadas como de las que no lo fueron, “no se han hallado firmas genéticas españolas en el genoma de los autóctonos”. “Nuestros resultados respaldan la opinión de que la leyenda negra y la propaganda histórica sobre la agresión sexual han alimentado suposiciones incorrectas con respecto a la ascendencia genética”.

Francesc Calafell, investigador del IBE y profesor del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Pompeu Fabra, recuerda que tras analizar la variante DF27 del cromosoma Y (que porta el 40% de los españoles y el 10% de los europeos al norte de los Pirineos) “no se han encontrado valores alterados entre los descendientes de las poblaciones arrasadas”. “Comparamos 126 descendientes de habitantes de ciudades saqueadas con 971 de localidades no saqueadas, y los resultados fueron idénticos: no había rastro genético de los españoles en ningún grupo”, avanza.

“En los Países Bajos se tiene la creencia popular de que la gente morena es descendiente de los soldados de los tercios; una creencia similar en Irlanda asocia el color oscuro del cabello con los náufragos de la Armada Invencible”, explica el experto de la Pompeu Fabra. “Pero el estudio demuestra que es falso, aunque habría que tener en cuenta otros factores”, recalca Calafell. E incide en que todos los soldados de los tercios no eran españoles o la posibilidad de que los niños nacidos tuviesen una probabilidad menor de sobrevivir.

José Alberto Rodrigo, especialista en historia militar y copropietario de la librería Tercios Viejos, calcula que el porcentaje de “españoles en estos cuerpos rondaría el 20%. El resto correspondía a soldados alemanes e italianos, principalmente”. “Por lo tanto”, añade Calafell, “si hubo violaciones, lo más probable es que fueran cometidas por no españoles"

El informe incide: “Durante las revueltas, el Ejército Real fue calificado de banda de asesinos, ladrones y violadores, lo que ayudó a la creación de la leyenda. La propaganda se extendió por cómo trataban los españoles a los habitantes de América, judíos y musulmanes, así como a los protestantes de Europa. La propaganda fue asumida en las provincias rebeldes en forma de panfletos, literatura y pinturas”.

“La refutación genética es un elemento importante en la controversia de la leyenda negra. Es necesaria la colaboración de genetistas, historiadores y expertos en comunicación social. Solo la unión de estos campos de ciencia y humanidades puede proporcionar más información sobre nuestra historia”, termina el informe.
https://elpais.com/cultura/2019/03/11/a ... 94295.html

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NotaPublicado: 22 Ago 2019 13:12 
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El emblema de la Monarquía Hispánica fue popular en Polonia en el siglo XVII
Cuando las infanterías de España y Polonia combatían bajo la misma Cruz de Borgoña


El Aspa o Cruz de Borgoña (o de San Andrés) es uno de los símbolos históricos más estrechamente vinculados al Imperio español. Pero ¿sabías que también es un símbolo vinculado a Polonia?

Polonia y España: los vínculos históricos entre dos grandes Naciones de Europa
Cruz de Borgoña: origen e historia de la más longeva de las banderas de España

El acercamiento del Rey de Polonia Segismundo III Vasa a España

Esta coincidencia se dio en el siglo XVII. Una de las pruebas más antiguas que se conservan de ella es el llamado Rolka Sztokholmska (Rollo de Estocolmo), obra del pintor alemán Balthasar Gebhardt que se halla hoy en día en el Castillo Real de Varsovia. El pergamino coloreado contiene ilustraciones sobre la entrada del Rey de Polonia Segismundo III Vasa y su esposa, la Reina Constanza de Habsburgo, en Cracovia el 4 de diciembre de 1605. En un fragmento del lienzo aparecen unos soldados acompañados por una bandera con la Cruz de Borgoña en color rojo, y con un fondo blanco y azul, que coincide con los colores de la bandera de la ciudad de Cracovia. Se trata de miembros de la milicia gremial de Cracovia.
El fragmento del Rollo de Estocolmo que muestra a la milicia gremial de Cracovia con una bandera con un Aspa de Borgoña roja sobre la bandera de esa ciudad, en 1605 (Fuente: Culture.pl / Wikimedia)

La aparición del Aspa de Borgoña entre los soldados de Segismundo III Vasa no es casual. Este Rey de Polonia se esforzó por estrechar sus lazos con la Corona española. Incluso envió a Madrid a su embajador Krzysztof Koryciński, que llegó a comienzos de 1615 ofreciendo incluso la unión entre el príncipe heredero del trono polaco, Vladislao, y la infanta María Ana. El Rey de España concedió al príncipe polaco el Toisón de Oro, pero nada más. María Ana acabaría siendo emperatriz tras su matrimonio con Fernando III de Habsburgo en 1631.
Recreadores polacos de finales del siglo XVI y siglo XVII. Representan la infantería polaco-húngara de los reinados de Esteban I Báthory y Segismundo III Vasa. Su bandera lleva una Cruz de Borgoña de color azul (Fuente: Polish Haiduking Team)

La petición de ayuda del Rey de Polonia contra los suecos

En diciembre de 1621, Segismundo III Vasa se dirigió otra vez por carta a la Corona de España para pedir al Rey Felipe IV libertad de comercio para los polacos en Flandes y en la Península Ibérica, algo a lo que el monarca español accedió, a pesar de la oposición del Consejo de Estado. En 1623 Segismundo III volvió a pedir ayuda al Felipe IV por medio del embajador Adam Mąkowski, esta vez para solicitar ayuda contra los suecos, un plan que contaba con el apoyo del Nuncio Papal. Suecia era enemiga de España, y el plan era que Felipe IV enviase una flota para ayudar a los polacos a invadir el reino nórdico, que era protestante. Aunque no podía enviar su flota al Mar Báltico, el Rey Felipe IV de España prometió ayuda financiera a Polonia, con la que le unía su fe católica. Sin embargo, la Monarquía Hispánica estaba ocupada con la interminable Guerra de Flandes y con otros conflictos europeos, y la ayuda nunca llegó.
Recreadores polacos del siglo XVII con una bandera con el Aspa de Borgoña (Fuente: expressbydgoski.pl)

El príncipe Vladislao de Polonia: un admirador de España y de sus Tercios

Entre tanto, el príncipe polaco Vladislao, todavía soltero, inició en 1624 un viaje por Europa utilizando un nombre falso. Se encontró con el Duque de Alba en Florencia y con el General Ambrosio Spínola en Breda, donde el príncipe polaco pudo asistir a la famosa rendición inmortalizada por Velázquez. Este viaje convirtió a Vladislao en un admirador de España, y especialmente de su cultura militar, que una vez en el trono le llevaría a aplicar una reforma militar en Polonia con el fin de occidentalizar a su Ejército, tomando como referencia a los Tercios españoles. De esa forma, los morriones y la indumentaria típicos de la infantería española pudieron verse en tierras eslavas.
Bandera de infantería polaca del siglo XVII que se conserva en el Museo del Ejército Polaco, en Varsovia. Tiene unas dimensiones de 220 por 300 centímetros (Fuente: Muzeum Wojska Polskiego)

Por aquella época, la Cruz de Borgoña se convirtió en un elemento popular en las banderas de la infantería polaca, sobre todo desde el ascenso al trono de Vladislao en 1632 como Vladislao IV de Polonia. Hoy en día el Museo del Ejército Polaco conserva una de aquellas banderas del siglo XVII, con el aspa ecotada en color rojo, la parte inferior y superior blanca y los laterales en azul.
Recreadores polacos del siglo XVII con una bandera roja y gualda con el Aspa de Borgoña (Fuente: Polish Regiment)

Esas banderas con el Aspa de Borgoña fueron habituales entre las tropas suecas durante “El diluvio sueco” (1655-1660), como se conoce en Polonia a la invasión de su país por parte de Suecia, una guerra que acabó con victoria polaca pero que provocó tantos estragos en el país que acabó marcando el fin de la edad dorada de la Mancomunidad Polaco-Lituana, que hasta entonces había sido una de las grandes potencias de Europa Central.
Una recreación del grupo del Regimiento de Su Majestad el Rey Vladislao IV Vasa, que recrea a la infantería polaca de estilo occidental del siglo XVII, formada a imitación de los Tercios españoles (Fuente: Regiment Króla Jego Mości Władysława IV Wazy)

Cruces de Borgoña en la parada militar del Día del Ejército Polaco

Hoy en día, grupos de recreadores polacos exhiben banderas de aquella época con el aspa de San Andrés. Uno de esos grupos es el Regiment Króla Jego Mości Władysława IV Wazy (Regimiento de Su Majestad el Rey Vladislao IV Vasa), que es uno de los mayores grupos de recreación histórica militar de Polonia. Este y otros grupos de recreadores desfilaron el año pasado en la parada militar del Día del Ejército Polaco, en Varsovia. Entre las banderas de aquella época había varios con la Cruz de Borgoña en sus banderas.
Recreadores polacos del siglo XVII en la parada militar del Día del Ejército Polaco de 2018. Varios de los grupos llevaban banderas con el Aspa de Borgoña.
http://www.outono.net/elentir/2019/08/1 ... e-borgona/

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NotaPublicado: 10 Jun 2020 12:00 
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En lo alto de la trinchera, el capitán del Tercio, provisto de una rodela y señalando con su espada al frente, alerta de la inminencia de la batalla. Los soldados que se abalanzan sobre el montículo de tierra fresca levantan sus picas aguardando la embestida enemiga. Van bien protegidos, con una coraza compuesta de peto y espaldar, y con distintos tipos de cascos: morriones, capacetes o borgoñotas, como la del sargento que aparece en primer plano sosteniendo una alabarda con su desnuda mano izquierda. El hombre a su espalda parece apurar el último rezo antes de entablar combate.

La imagen que ilustra este artículo, tan real como impactante, pudo haber sido tomada durante la Guerra de Flandes; solo que en aquella época las cámaras fotográficas eran una quimera. La postal militar es una recreación que narra un hecho de armas de los piqueros coseletes italianos —estos soldados ocupaban el segundo lugar tras los españoles en la jerarquía de la naciones que conformaban los Tercios—, una escena sombría que sumerge a quien la observa en ese paisaje regado de incertidumbre, de tensión, de la esencia pura de la guerra.

Su autor es el fotoperiodista Jordi Bru, un moderno pintor de batallas cuyo lienzo es la pantalla del ordenador y cuyos pinceles son los objetivos de su cámara —en palabras de Àlex Claramunt—, y una de las veintinueve creaciones que componen el espectacular volumen Los Tercios, el nuevo hito editorial de Desperta Ferro. La obra aborda el fenómeno del ejército que dominó durante siglo y medio los campos de batalla del mayor imperio de la Edad Moderna —el español—, centrándose tanto en los asedios y escaramuzas como en los momentos de juego y de descanso o de marcha por el Camino Español, de una forma inédita, como nunca se había visto. Además, las recreaciones van acompañados de unos estupendos textos contextualizadores de Claramunt, director de la revista Desperta Ferro Historia Moderna.
Esta manga de arcabuceros es otra de las composiciones favoritas del fotoperiodista por su naturalidad.

Esta manga de arcabuceros es otra de las composiciones favoritas del fotoperiodista por su naturalidad. Jordi Bru Desperta Ferro

Bru, si tuviese que elegir uno de los montajes como su favorito, se queda con el de los piqueros italianos. "Es una foto super sencilla, pero me gusta por cómo están los soldados, por la actitud de todos ellos al ver lo que se les va a venir encima", explica. Los rostros de aquellos que se enfrentaron sin clemencia a las acometidas de los holandeses no debían de ser muy diferentes. Y también porque representa a la perfección —aunque solo sepa él la identidad de quién se esconde detrás de cada morrión— la multinacionalidad que caracterizó a los Tercios, integrados por soldados españoles, italianos, alemanes o valones.
Sara, la discreta hija de Pau Donés que se queda huérfana a los 16 años
Raúl RodríguezEl cantante ha fallecido este martes 9 de junio tras cinco años luchando contra un cáncer de colon. El músico dedicó sus últimos años a estar junto a su hija.

Esos modelos de distintos países europeos son sus colegas, porque el fotoperiodista es una eminencia en el campo de la recreación histórica. En el evento de la Slag om Grolle, celebrado en Holanda —"¡los españoles somos las estrellas allí!", exclama—, la organización ya anuncia por megafonía que Jordi Bru, también con su morrión sobre la cabeza, estará sacando fotos en medio de las falsas refriegas. Y claro, todo el mundo quiere tener un hueco en sus retratos. "No quiero que la gente esté pendiente de mí, quiero espontaneidad. En medio de una lucha ves que alguien te está mirando de reojo con una cara de '¿me estará sacando a mí?', o choques cuerpo a cuerpo en los que la gente se empieza a insultar y a reír. Eso me fastidia las fotos", reconoce Bru entre risas.
'Escuadrones y banderas: el alma de los Tercios'.



Sus recreaciones son alucinantes: te empujan a la trinchera al lado de los lansquenetes alemanes o los soldados españoles; se respira el olor a pólvora de los arcabuces y mosquetes; son tan reales que hasta se palpa el miedo previo a la batalla en los rostros de los personajes o los alaridos de los piqueros cuando en sus cuerpos se ensarta una larga lanza enemiga en medio de las escalofriantes melés que formaban. Un viaje lo más real posible por la organización y los principales hechos de armas de la columna vertebral del poder de la monarquía Hispánica en los siglos XVI y XVII. Una lectura —o visionado— que te deja sin aliento, estremecedora, que arrebata cualquier idealista idea de ojalá ser partícipe en una de estas batallas.

"Se te quitan todas las ganas de enrolarte en una compañía de los Tercios al ver ese terrible choque de picas", asegura el fotógrafo en referencia a la imagen que ilustra la portada del libro, que recoge a la perfección el principal objetivo que buscan sus obras: "Mis fotos son mucho más inmersivas que el cuadro de una batalla, quiero que el espectador se sienta dentro. En este caso es uno de los piqueros que está en el otro bando". Y lo consigue con creces, transmitiendo una verdadera sensación de estar en Flandes en plena Guerra de los Ochenta Años o en Rocroi, contemplando la heroica derrota en 1643 del ejército hispánico al mando de Francisco de Melo.
Portada de 'Los Tercios'.

Portada de 'Los Tercios'. Desperta Ferro

A Bru le sorprende que sea precisamente esa batalla, una derrota, la hazaña más conocida de una heterogénea fuerza militar que lo ganó "casi todo". "Así somos los españoles, unos derrotistas. A mí me gusta centrarme en las victorias, y tenemos muchas, como las de Pavía (1525) o Breda (1625)", explica. ¿Y qué es lo que más le asombra de los hombres que formaron los Tercios? "Los valores que tenían: el del compañerismo y el del honor, que era lo único a lo que se podía agarrar un soldado en la vida", valora.

Las espectaculares composiciones de Bru son un amasijo de experiencias y pasiones: de joven le encantaban la historia bélica y la fotografía. Trabajó como fotoperiodista en la Guerra de los Balcanes —"allí no se reía ni Dios, ni en el frente ni en la retaguardia", dice en comparación con las recreaciones— y luego en la delegación de El Mundo en Barcelona; hasta que cambió de tarea y se centró en imágenes destinadas al márketing, jugando mucho con el Photoshop. En ese momento, contemplando también los cuadros de Augusto Ferrer-Dalmau o de José Cusachs, se adentró en el mundo de la recreación histórica.
Reconstrucción del milagro de Empel.

Reconstrucción del milagro de Empel. Jordi Bru Desperta Ferro

"Uní mi experiencia en el fotoperiodismo y en la fotografía publicitaria con mi amor a la historia de España. Pero no fue como una diversión, sino un proyecto profesional, para sacarle un partido, me da igual si es en forma de libro o vender láminas", detalla Bru, que también ha hecho montajes sobre otros conflictos como las Guerras Napoleónicas, la Guerra Civil, las Guerras Carlistas o las Guerras Mundiales. Todo ello lo recrea con una rigurosa precisión histórica, consultando a historiadores sobre cómo sería el ataque de un determinado Tercio o las banderas que empuñarían, y con imágenes tomadas exclusivamente por sus cámaras.

Es un proceso sumamente laborioso, como da buena cuenta el montaje dedicado al milagro de Empel (1585), que le llevó dos años realizarlo. Bru, en esta escena, opta por reconstruir el momento en que los soldados españoles, después de quedar las aguas heladas, pasan a la ofensiva y atacan las embarcaciones holandesas. Tenía la idea en la cabeza y las fotografías de la acción de piqueros y arcabuceros, pero faltaba el paisaje: la solución la encontró en el puerto de Bermeo, donde hay un ballenero del siglo XVII convertido en un centro de interpretación. Lo capturó desde diferentes posiciones y lo incluyó en su recreación. El resultado, como todas, es espectacular.
https://www.elespanol.com/cultura/histo ... 556_0.html

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NotaPublicado: 25 Ene 2021 10:13 
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En julio de 1539, el almirante otomano Barbarroja, con su flota y un ejército de 50.000 hombres, lanzó un feroz ataque contra Castelnuovo. La plaza —la actual Herceg Novi, en Montenegro— estaba defendida por una desabastecida guarnición española de 4.000 soldados al mando del maestre de campo Francisco Sarmiento. Tras varias semanas de intenso bombardeo y numerosas cargas, rechazadas todas por los defensores a un alto coste de vidas, los jenízaros lograron finalmente penetrar en la ciudad.

Pero lejos de claudicar y a pesar de la nula esperanza de éxito, los españoles prolongaron una resistencia a ultranza. . "Unos doscientos de ellos se refugiaron con sus familias y criados en una de las últimas fortalezas de la ciudad, mientras que los demás, exhaustos y heridos, congregados alrededor de Sarmiento en una de las plazas centrales, lucharon hasta la muerte contra oleadas de infantería y caballería otomanas, lo que convirtió el asalto final de Barbarroja en una sangría", escribe el historiador Idan Sherer en Soldados de los Tercios (Desperta-Ferro, Cuadernos de Historia Militar).

Al final, uno de los capitanes que resistía con vida, rindió la plaza. Muchos de los supervivientes fueron masacrados o esclavizados por los otomanos, que habían perdido unos 20.000 hombres. Castelnuovo, al igual que Rávena en abril de 1512, donde los Tercios aguantaron durante siete horas el intenso fuego de artillería y las cargas de la infantería y caballería francesas —"jamás antes se ha visto mejor defensa que la de los españoles, que, sin brazos ni piernas, mordían a sus enemigos", dijo el general Pierre du Terrail, presente en la batalla—, consolidó la imagen del hispano como un soldado disciplinado y eficaz, símbolo de determinación y resistencia.
'La batalla de Seneffe', lienzo de Adam Frans van der Meulen.



Esa fue una de las claves que explican el dominio del brazo armado de la Monarquía Hispánica en los campos de batalla de Europa durante el siglo XVI y la primera mitad del XVII. Otro, también fundamental, fue el desarrollo de la tecnología bélica, con el uso de armas de fuego como los arcabuces y los mosquetes, y la implantación de nuevas tácticas de combate. En este sentido, uno de los movimientos más sorprendentes y arriesgados establecidos por los Tercios fue el de la encamisada, a la que también se recurrió en el episodio de Castelnuovo.

Esta suerte de operación especial, realizada por un grupo de soldados experimentados, consistía en atacar por la noche, amparándose en la negrura, el cuartel enemigo e infligir el mayor número de bajas antes de que se diesen cuenta. Los Tercios eran como fantasmas, vestidos con camisas blancas para no confundirse con el objetivo, que resultaba sorprendido mientras dormía en la tienda o junto al fuego. En 1539, armados únicamente con daga y espada, los españoles provocaron el pánico en las filas otomanas y hasta la retirada momentánea del almirante Barbarroja a su nave.


El riesgo de las encamisadas era enormemente elevado, y no todas salieron bien. Pero algunas fueron célebres, como la de Pavía de 1525, que precedió a la famosa batalla en que las fuerzas españolas capturaron al rey francés Francisco I, o la que condujo Julián Romero, que había perdido una pierna en la batalla de San Quintín, contra el campamento de Guillermo de Orange cerca de Mons, Flandes, en 1572, en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años.

Con los soldados españoles, "todos ellos cubiertos con camisas blancas", narra Àlex Claramunt en Los Tercios (Desperta-Ferro), "Romero cayó sobre los cuarteles orangistas y, tras degollar a los centinelas, prendieron fuego a las tiendas, acuchillaron a cuento enemigo hallaron y desbarrigaron a no pocos caballos. Murieron 300 orangistas. Por parte hispana, cayeron el capitán Antonio Múgica y dieciséis soldados que no se retiraron por el camino señalado y toparon con la caballería rebelde". Aunque la operación fue un éxito —poco después Guillermo de Orange se retiró con sus tropas de regreso a Alemania—, las bajas demuestran el alto riesgo. El propio maestre de campo recibiría un arcabuzazo en el brazo y tendrían que amputárselo.
Los Tercios, a debate

La fascinación por los Tercios, que eran soldados profesionales orgullosos de su nación, su rey y su fe, es infinita. Y no solo en lo que atañe a las batallas en las que tomaron parte, también en torno a su vida diaria, en la que había ascensos y recompensas, además de motines y penurias. Cervantes, que fue uno de ellos, narra en El Quijote: "Y a veces su desnudez suele ser tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando al raso, solo con el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe salir de frío, contra toda naturaleza".

Ese interés por la infantería de la Monarquía Hispánica se ha traducido en las últimas décadas en numerosas obras de ficción —el capitán Alatriste de Pérez-Reverte es el mejor ejemplo de ello— y ensayos históricos. Pero también reuniones y debates de expertos, como las Jornadas de los Tercios: Súbditos de un rey, señores de su tiempo, organizadas por la Asociación 31 Enero Tercios en colaboración con el Instituto de Historia y Cultura Militar —donde se celebrarán desde este lunes hasta al jueves 28— y la Cátedra de Historia Militar de la Universidad Complutense de Madrid.

Las ponencias, que se podrán seguir a través de YouTube y serán impartidas por algunos de los mayores especialistas en los Tercios, están dividas en cuatro ramas temáticas según el día: creación, organización y ocaso de este ejército, sus operaciones en campaña en Flandes, Italia o Portugal, las guerras que libraron en el mar y su impronta en las artes y la cultura.
https://www.elespanol.com/cultura/histo ... 231_0.html

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