No conozco la moza de escuadra del penoso incidente de Cornella (86.610 hab.) , cuando un individuo asaltó la comisaría donde estaba de guardia y, cuchillo en mano, intentó matarla. Naturalmente, no tengo otros datos que las (numerosas) que han publicado los medios de comunicación. Lo primero que llama la atención, en el contexto de la gravedad de la acción, es la ligereza de algunas reacciones de terceros, basadas en lo que yo llamaría "pensamiento impecable". Se trata de unos principios tan indiscutibles como abstractos, que trasladan la carga de la sospecha y de la prueba al agente. Se lució, como ya ocurrió hace un año en los atentados en agosto, la CUP, que de tantos principios que tiene termina subiendo la cuota a sus afiliados hombres por haber nacido así. Una discriminación por razón de sexo agravada por una medida que es una sanción colectiva sobre una variable que los sancionados no pueden controlar.
Pero no sólo la CUP. Otras voces sugieren que había "otras maneras" de solucionar el asunto. Este tipo de juicios de valor no suelen tener en cuenta dos cosas: el contexto concreto y la información disponible. La moza está de guardia, un individuo entra atropelladamente gritando en árabe, salta la ventanilla y la ataca cuchillo en mano. Ella mujer voces de alarma (y acude el sargento de guardia con un arma), se retira unos pasos, apunta con su arma del atacante, le conmina a desistir en la actitud, y luego le dispara primero en el hombro y luego en una pierna, pero el agresor sigue avanzando. Por eso, cuando el mismo Sargento está a punto de disparar, el agente dispara y neutraliza el individuo. No sé quién de ustedes, lectores, ha sido ante una situación como ésta, y en la tesitura de disparar a un atacante que resulta ser un ser humano.
Pero el incidente me sugiere lo siguiente: el agente estaba bien entrenada, actuó con profesionalidad y, si se me permite, actuó con proporcionalidad. ¿Por qué? Porque, aparte del contexto, debemos tener en cuenta la información disponible sobre este tipo de actos. Vaya a la web Global Terrorism Database, y verá que en los últimos cinco años en Europa en cinco casos el ataque fue con arma blanca; en tres, con arma de fuego; en cuatro, el atacante afirmaba (como el del 17 -A en la Rambla) que llevaba más explosivos, y en ocho se utilizaron vehículos. En algunos casos, una combinación de varios de estos instrumentos. Ahora sabemos, si lo comparamos a lo que sabíamos en 2001 o en 2004, mucho más sobre este tipo de terrorismo, y cualquier experto explica que ante una situación imprevista y que se desencadena en cuestión de pocos segundos, los profesionales deben reaccionar inmediatamente y situarse en la peor de las hipótesis. Los otros lo que tenemos que hacer es salir corriendo a toda velocidad.
Seguro que la moza en cuestión, con los datos que tenemos, no merece un poco más de consideración? En Francia, al cabo de dos días, un incidente relativamente similar tuvo inmediatamente la reacción policial, política y social que el caso exigía. Aquí, un poco menos; las autoridades reaccionaron, pero la gente, la sociedad, no lo ha hecho realmente. Aquí uno de los problemas subyacentes en materia de sociedad y terrorismo es que la gente tiende a horrorizarse, pero como si mirara hacia otro lado, como diciendo "vaya, es terrible, pero de eso que se ocupe la policía ". Esta sociedad no parece que acabe de entender que la seguridad y sus requerimientos, sus incomodidades, también son cosa de la sociedad. También interfieren otros factores, además de la ligereza moral de algunos. La política sectaria interfiere aquí, el Sr. Puigdemont no se entera allí, las llamadas tertulias ni les cuento.
No, ser policía no es fácil, y por eso no estaría de más que no sólo los sindicatos del cuerpo y sus mandos apoyaran la mella. Si hacemos una encuesta estos días, la gran mayoría de los encuestados no retendrán probablemente esta noticia como la más relevante. En tienen donde elegir: el tema del Valle de los Caídos, qué hacer con el Sr. Franco, qué hacer con todos los demás que están enterrados allí, sin que se lo preguntaran. O qué pasará el 1-O, que coincide con otro 1-O de gran relevancia. Y que, si nos lo permiten, comentaremos en otra ocasión.
https://cat.elpais.com/cat/2018/08/28/c ... 21024.html
Apreciada compañera. Disculpa que empiece así, pero no sé tu nombre. Me llamo Fernando Pérez Pacho. Soy Psicólogo Clínico y llevo ya bastante tiempo investigando, estudiando y entrevistando a policías que – al igual que tú – se han visto inmersos en un enfrentamiento armado durante su carrera profesional. Creo que hay pocas personas, además de los policías que han compartido tu experiencia, que puedan ni siquiera mínimamente comprender lo que supone enfrentarse a la muerte apenas a unos palmos de distancia. Eso es lo que tú has vivido. Quien no ha vivido esto, sólo dice verdaderas estupideces cuando abre la boca.
Parece que, centrados en juzgar tu actuación, nadie se para a pensar en los momentos de angustia que viviste, esa angustia del estrés de supervivencia que complica sobremanera la capacidad de respuesta ante la amenaza a la propia vida. Pero tú respondiste neutralizando la amenaza. En otro país del mundo te condecorarían y la sociedad a la que sirves te lo agradecería sin fisuras. En éste sólo hay ignorantes que no saben ni de lo que hablan, que se lanzan como buitres a juzgarte sin ningún miramiento. Y lo más triste es que ni tan siquiera a los que se les debería suponer un mínimo de cordura, se atreven a manifestarse orgullosos de la profesionalidad de una de sus policías. Ahí tenemos a ese imbécil que da vergüenza ajena de la CUP que habla de “ejecución extrajudicial”. ¿Alguien puede decirme qué hay dentro de esa cabeza para vomitar semejante barbaridad? Pero no pasa nada; esperemos que tu cuerpo policial pida por lo menos a esta persona que retire semejante calumnia que no tiene nada que ver con la libertad de expresión. Estos pueden decir lo que quieran que, en este país de buenistas y sin redaños, no van a encontrar a nadie que les plante cara.
Trato de imaginar todo lo que pasó por tu cabeza mientras eras atacada, de cómo tu cuerpo te pedía a gritos salir corriendo y sólo tu voluntad y compromiso te mantuvo firme en tu obligación. Los cambios psicofisiológicos que se producen en una situación de estrés de supervivencia como ésta son brutales, hasta el punto de poder hacer que el policía quede paralizado. En una situación así, todas tus respuestas musculares y mentales te preparan para salir corriendo (que es lo más inteligente evolutivamente ante un peligro de muerte). Intento imaginar el ejercicio de autocontrol que tuviste que poner en marcha frente a este ataque sorpresivo, a cortísima distancia, llegando al contacto del cuerpo a cuerpo; tu asesino hubiera alcanzado su objetivo con toda seguridad. Sobre todo teniendo en cuenta el contexto donde se produjo el atentado, que no era precisamente un campo abierto donde poder desplazarse con toda libertad, más bien todo lo contrario; un espacio perfecto para una acción criminal proditoria.
Y, todos esos bocazas que hablan y te juzgan, o te dicen lo que tendrías que haber hecho o lo que ellos hubieran hecho (porque también hay enemigos en casa), ¿qué puñetas saben del tema? ¿Saben lo que es tener la muerte frente a frente? ¿Saben lo que supone tener que tomar una decisión en cuestión de segundos? ¿Saben la complejidad de la respuesta psicológica y fisiológica humana implicada en un enfrentamiento armado? ¿Saben lo duro que puede ser pensar el haber matado a alguien? Lo triste, y al mismo tiempo preocupante del caso, es que quienes tengan que juzgar (si es que hay juicio) esta acción, posiblemente no saben ni cargar un arma o, lo más cómico, que sean de los que digan que un policía en un enfrentamiento armado debe disparar a zonas “no vitales” ¿Pero es que nadie va a estudiar un poco para variar y así opinar con conocimiento de causa?
Sabemos perfectamente, porque hay multitud de estudios y experiencias de campo, que en situaciones de estrés de supervivencia, resulta imposible apuntar con precisión. Se pierde la visión de profundidad y el policía no ve (literalmente) los elementos de mira. Además, ¿qué es eso de zonas “no vitales”?. Eso es una entelequia en situaciones de violencia extrema, que puede estar muy bien para una clase de anatomía en la tranquilidad de la Facultad de Medicina. Cualquier policía sabe que disparar a las piernas (¿zona no vital?) puede atravesar una arteria y hacer que el sujeto se desangre en minutos.
Otra tontería ya demostrada hasta la saciedad, pero que al colectivo de ignorantes sin remedio se empeña en mantener, es el de la proporcionalidad. Que arma de fuego contra cuchillo no es proporcional. Estas opiniones se cuecen en los despachos. La realidad ampliamente demostrada, es que un sujeto con un cuchillo a una distancia de siete metros (¡siete!) nos clava el cuchillo antes de que podamos desenfundar el arma, montarla, encararla y abrir fuego. Es lo que se conoce como la Regla de Tueller. La estupidez llega ya a su apoteosis inquisicional cuando se dice que el agente debía haber desarmado al sujeto. ¿Pero cómo se puede ser más tonto? Quien ha estado en un enfrentamiento armado pistola – cuchillo sabe de qué estoy hablando. El que no, pues ni idea. Seguiremos pensando que nuestros policías son superhombres con poderes paranormales. ¿A cuántos es necesario que acuchillen para que nos demos cuenta de que ni bastón ni manos desnudas son proporcionales con un cuchillo?
Apreciada compañera, la mayoría de los policías terminarán sus carreras sin haberse visto envueltos en un enfrentamiento armado. No es algo frecuente, eso significa que el policía, cuando se enfrenta a una situación así, probablemente es la primera vez que tendrá que hacer uso de su arma reglamentaria. Nada puede prepararte al cien por cien frente a un enfrentamiento real. En ese momento pierdes visión, los sonidos se atenúan, todo parece ir en cámara lenta, el corazón se desboca, tus músculos se rebelan… ¿Alguien tendrá en cuenta todo esto si alguna vez te juzgan? Desde ya me ofrezco a ayudarte en todo lo que necesites.
Me rebelo ante el hecho de que te juzguen basándose sólo en opiniones que no se ajustan en absoluto a la realidad de lo que ocurre durante un enfrentamiento armado. Siempre es más fácil cargar contra el policía, queda mejor y cuaja con el cúmulo de ignorancia que lo recibe y que siempre está presta a castigar a las fuerzas represoras de la ley. ¿Habrá algún periodista, juez, político, etc., que se preocupe realmente de aprender un poco, de hacer los deberes para proporcionar una información veraz? Porque información al respecto no escasea, precisamente. Estas justicias paralelas, ese culpar al policía en primera instancia, ese escarnio público, no sólo produce una doble victimización en el policía que ha cumplido con su deber, sino que genera un temor al empleo del arma que, según el caso, podría costar la vida al propio agente que, necesitando utilizar su arma no lo hace al pensar en los problemas mediáticos y judiciales que tendrá luego. Esas fracciones de segundo de duda pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
¿Realmente uno puede decir “ejecución extrajudicial” y aquí no pasa nada? Puedo suponer que no estás pasando por un buen momento; una mezcla de saber que hiciste lo correcto y de rabia por ser juzgada y cuestionada alegremente. Te has convertido en otra víctima de un sistema que no sabe honrar a quien se juega la vida todos los días para que otros podamos disfrutar de seguridad. Desde luego, nunca podemos alegrarnos por la muerte de nadie. No es este el tema. El tema es que respondiste con profesionalidad en una situación de vida o muerte, y que muchos – directa o indirectamente – sabemos lo que supone una experiencia de este tipo.
Por último, sólo quiero decirte una última cosa: gracias por estar ahí y defendernos.
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