Tropas colombianas reforzarán a las fuerzas españolas en Afganistán
El Gobierno de Álvaro Uribe ya ha expresado su voluntad de convertirse en el primer país latinoamericano que contribuye a la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de Afganistán), la operación de la OTAN en Afganistán.
Las tropas colombianos cambiarán la jungla amazónica por los desiertos afganos, la coca por la heroina y los guerrilleros de las Farc por los talibanes. El Gobierno de Álvaro Uribe ya ha expresado su voluntad de convertirse en el primer país latinoamericano que contribuye a la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de Afganistán), la operación de la OTAN en Afganistán. Y en esta operación, de hondo calado estratégico y político, España hace de padrino e intermediario.
Fuentes conocedoras de la operación han confirmado a EL PAÍS que España, Colombia y la OTAN negocian a tres bandas, desde hace meses, la incorporación de tropas colombianas a Afganistán. Aunque aún no se han últimado los detalles, la idea es que Bogotá contribuya con una compañía de unos 100 militares al destacamento español desplegado en Qal-i-Naw, capital de la provincia de Badhis, al noroeste del país.
Para España, la llegada de las tropas colombianas, prevista para la próxima primavera, supondrá una ayuda impagable, pues le permitirá completar un batallón reducido de reacción rápida, con el que hacer frente a los incidentes cada vez más frecuentes en un territorio con 400.000 habitantes y una extensión similar a la de Galicia, cuya seguridad dependía hasta ahora de sólo 200 soldados españoles.
Para la OTAN, la mediación española facilita las cosas, pues España facilitará a las tropas colombianas el entrenamiento, la insfraestructura e incluso los equipos de comunicaciones. El hecho de que compartan el idioma hace que resulte natural la integración de la unidad colombiana, forzosamente reducida, en la española, más amplia. Se da incluso la circustancia de que muchos soldados de las unidades españolas enviadas al exterior son colombianos, como demuestra el hecho de que tuvieran dicha nacionalidad tres de los seis muertos en el atentado contra una patrulla de la Legión en Líbano en junio de 2005. Además, la capacitación del Ejército colombiano en la lucha contrainsurgente está fuera de duda.
Con todo, todas las fuentes consultadas coinciden en que la primera interesada en la operación es la propia Colombia. La participación de Bogotá en el conflicto de Afganistán reforzará su papel como interlocutor privilegiado de los países occidentales en Latinoamércia. Por lo pronto, el permitirá participar en los reuniones periódicas que mantiene la OTAN con los países que contribuyen a la ISAF y no pertenecen a la organización (14 de un total de 40).
A medio plazo, la aspiración de Colombia es incorporarse al grupo formado por Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur, países que, por razones geográficas, no pueden aspirar a intergrarse en la OTAN, pero que comparten, según fuentes aliadas, sus “preocupaciones estratégicas y sus valores”.
Salvo Japón, al que su legislación limita la participación en operaciones militares en el exterior, los otros tres “países de contacto”, como les denomina la Alianza, contribuyen a ISAF. Finalmente, agregan las mismas fuentes, la participación de tropas colombianas en la lucha contra los talibanes abunda en la imagen, perseguida por Bogotá, de que su lucha contra las Farc se inscribe en el combate gobal contra el terrorismo.
El asunto fue abordado el pasado 5 de julio por la ministra de Defensa, Carme Chacón, con su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, a quien recibió en Madrid. Delegaciones militares colombianas han vistado ya las dos bases españolas en Afganistán: Herat y Qal-i-naw. Además, en lo que constituye un primer paso en esta línea, policías afganos han recibido formación antinarcóticos en Colombia.
La incorporación de una compañía colombiana al contingente español en Afganistán no constituye un caso aislado. España está negociando también la integración de una unidad de El Salvador en la que brigada multinacional liderada por España en Líbano. Como en el caso colombiano, está previsto que los militares salvadoreños se entrenen en el campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza) después del verano y que el Ministerio de Defensa español les facilite transporte y equipamiento.
Con ser importante, la incorporación de la unidad salvadoreña no tiene la transcendencia política de la colombiana, pues la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) está adscrita a la ONU, mientras que la ISAF depende de la OTAN y EEUU la considera como si fuera algo propio. La prueba de esto último es que la Embajada de EEUU en Madrid difundió el pasdo día 31 un comunicado en el que elogiaba la decisión del Gobierno español de financiar con 14,5 millones de euros la creación de un batallón del Nuevo Ejército Afgano (ANA), una iniciativa bilateral entre Madrid y Kabul en la que en teoría Washington no tenía nada que ver.
Con 2.500 muertos en lo que va de año (entre ellos, unos 150 militares extranjeros), la guerra de Afganistán ha sobrepasado ya a la Irak en el ránking de preocupaciones del Pentágono.
Las fuerzas internacionales rondan los 70.000 soldados -de los que unos 35.000 son estadounidenses y más de la mitad están al margen de la cadena de mando de la OTAN-, pero los dos candidatos a la Casa Blanca, tanto el demócrara Barack Obama como el republicano John Mccain, han anunciado su propósito de incrementar las tropas y de pedir a los aliados europeos que hagan otro tanto.
España, que mantiene unos 800 efectivos en Afganistán, ha reforzado hasta ahora la seguridad de la provincia de Baghis, bajo su responsabilidad por vía indirecta: financiación de un batallón del Ejército afgano (del que al menos una compañía deberá permanecer en dicha zona) e incorporación de una unidad colombiana. Es probable, sin embargo, que en primavera, cuando se celebren elecciones a la Loya Jirga (Parlamento) se envíe un batallón (500 soldados), al menos con carácter temporal, como se hizo en 2004 y 2005.
Por: M. GONZÁLEZ/ R. M. DE RITUERTO, Madrid / Bruselas / Especial de El País de España
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