Un atunero capitaneado por un patrón de Lekeitio rescata aun navegante solitario que surcaba el Atlántico a remo
Un arrantzale de Lekeitio, patrón de un atunero que faenaba frente a las costas de Guinea Bissau, rescató el pasado 16 de abril a un navegante solitario norteamericano que fracasó en su intento de cruzar el Atlántico a remo, desde Senegal hasta el puente de Brooklyn, de Nueva York, porque se le estropeó la depuradora de agua de su embarcación. El náufrago, Victor Mooney, de 43 años, que había zarpado de la isla senegalesa de Gorée, disponía de sofisticados equipos de seguridad y de comunicación vía satélite, así como de abundante comida liofilizada, pero tuvo que lanzar un SOS cuando bogaba a unas 300 millas mar adentro porque llevaba cinco jornadas con un vaso de agua potable al día.
El atunero que captó el mensaje de socorro es el 'Monteclaro', propiedad del Grupo Calvo y con base en Abiyán, la capital de Costa de Marfil. Según fuentes de la conservera gallega, cuando recibió la señal, el pesquero navegaba a unas ochenta millas de distancia del bote de Mooney, así que avisó a una unidad de la Armada francesa para que enviara un avión de reconocimiento y fijara sus coordenadas exactas. El capitán lekeitiarra que dirigió el rescate, un veterano marino que prefirió no dar su nombre, tenía previsto desembarcar al náufrago anoche en el puerto de Dakar, la capital de Senegal, desde donde había zarpado el pasado 4 de abril, con el apoyo de la embajada de su país.
El 'Monteclaro' tardó casi un día en alcanzar la posición de Victor Mooney, que se encontraba en buenas condiciones, al igual que su embarcación, una moderna estructura de fibra de vidrio con paneles solares para mantener los instrumentos de navegación y valorada en 200.000 dólares. Sin embargo, estaba hambriento y muerto de sed. Desde que subió al pesquero, sobre las 10.40 de la mañana, llamó la atención de los tripulantes porque no paró de comer un plato tras otro de marmitako -el rancho del pasado jueves-. Los marineros, entre los que se encontraba un jefe de máquinas que también es de Lekeitio, pensaron que vaciaría la despensa.
Era la segunda vez que Victor Mooney, afroamericano del barrio neoyorquino de Queens, se proponía surcar el Atlántico a golpes de remo, desde Senegal hasta el puente de Brooklyn, un arriesgado viaje de 8.000 millas que había dividido en dos partes -hasta el Caribe y hasta Nueva York- y que rendía tributo a los esclavos africanos que siguieron la misma ruta entre los siglos XVI y XIX.
Una aventura de una hora
En la primera tentativa, que acometió en 2006, el navegante también partió de la isla de Gorée, un antiguo mercado de esclavos situado a tres kilómetros de Dakar. Pretendía navegar durante siete meses, pero zozobró tras una hora de navegación. En realidad, aquella aventura pudo acabar mucho peor, ya que perdió su embarcación, que había sido construida por él mismo y bautizada como 'Juan Pablo el Grande'. Entonces fue auxiliado por la Armada senegalesa, y sólo pudo salvar un teléfono vía satélite y una pequeña computadora.
Para el segundo viaje, emprendido tres años más tarde, consiguió una nave sofisticada, diseñada por la firma Composite Yacht y llamada 'Espíritu de Zayed', en honor al fallecido jeque de Abu Dabi. En esta intentona, Mooney mantuvo su propósito inicial: recordar a los negros que fueron enviados a las plantaciones esclavistas del otro lado del Atlántico y, al mismo tiempo, sensibilizar a la población sobre la tragedia del sida en África y sobre el calentamiento global. Sin embargo, el proyecto se truncó al cabo de una semana, el pasado 11 de abril, cuando la desalinizadora dejó de suministrar agua potable. El navegante aguantó hasta el día 15, cuando, sobre las 15.30 horas, emitió el SOS que permitió al atunero gallego salvarle la vida de nuevo un día más tarde.
Victor Mooney, responsable de informática en una escuela de Brooklyn, tiene un hermano seropositivo y otro que falleció a causa de esa enfermedad. Había conseguido que varias empresas patrocinaran su aventura; entre ellas, la cadena Starbuck's, un banco canadiense (TD Bank) y una marca de té y zumos (Snnaple). Informaba de sus peripecias a través de un blog y había abierto una cuenta bancaria para recabar donativos contra el sida. Esta vez ha logrado llegar más lejos, pero el reto de las 8.000 millas sigue en pie.
Rescatado aventurero