Un hombre dispara a su ex pareja cuando recogía a su hijo del colegio. Es la imagen de la violencia más extrema que presenció Elda el pasado 8 de noviembre. Por estremecedor, un suceso así no pasa desapercibido y se suma a la pila episodios de terror que conocemos cada día. La agresión va calando en la mente de forma casi constante a golpe de titular. ¿Somos cada vez más violentos? Aunque la percepción lo sugiera, la estadística dice que no. En España mueren por homicidio o asesinato cerca de 300 personas al año, un 30% menos que hace 30 años.
Que el nuestro sea un país cada vez menos violento forma parte de una tendencia global "bastante acusada", según el psicólogo Luis de la Corte, que habla en representación del Consejo General de Psicólogos de España: "La violencia se ha reducido mucho más de lo que el sentido común sugiere", asegura. Aunque "esta evolución es más clara en los países con mayores niveles de desarrollo", matiza. Precisamente España es uno de los países con tasas de asesinato más bajas no sólo de la Unión Europea, sino del mundo, por debajo de Alemania, Francia o Portugal. Por esta causa, mueren 0,7 de cada 100.000, habitantes, lejos de la media mundial, que asciende a 5,3. Sólo Irlanda, Holanda, Austria, Singapur, Australia y Liechtenstein tienen una tasa menor.
La tesis pinkeriana de que, en conjunto, somos cada vez "más buenos", avalada por los números, puede chocar contra lo que le transmiten hoy estas páginas. "La violencia llama mucho la atención. Recordamos mejor los hechos violentos", explica de la Corte, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad. Y así, recordando la violencia, se configura el marco de la realidad.
Las generaciones previas a la II Guerra mundial fueron educadas y preparadas para entender la violencia como un recurso aceptable para resolver conflictos, siguiendo a la catedrática en psicología social, Adela Garzón, en un artículo escrito en 2011. "Los jóvenes que hoy se sitúan alrededor de los 20-30 años son las generaciones entrenadas para la paz y formadas para desarrollar sus habilidades en sociedades abiertas", explica. En la misma línea habla de la Corte: "Hoy las guerras están deslegitimadas, al igual que la violencia de género, que antes no lo estaba tanto o no lo estaba". Además, el desarrollo de intereses comunes a través del comercio entre naciones "reduce la necesidad de violencia", añade.
Aunque ya no se tolere, la violencia contra las mujeres no sigue la misma tendencia. El año del #metoo y de 'la manada' cerró en España con 48 mujeres asesinadas por violencia machista, entre ellas la víctima de Elda, que tras quedarse en coma murió al día siguiente de ser disparada. Son cuatro más que el año anterior. Aunque los homicidios y asesinatos caen, la evolución de muertas por agresión se mantiene estable desde los años 80 hasta hoy. No vamos a peor, pero la mejora tarda en llegar.
A nivel de comunidad autónoma no hay diferencias significativas entre unas y otras, excepto las marcadas por atentados terroristas de ETA en el País Vasco, especialmente a principios de los 80, o por las víctimas del atentado yihadista del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
La convivencia pacífica es el fracaso de la violencia y en esto también vamos a mejor. Hoy, uno de cada diez hogares españoles percibe el vandalismo y la delincuencia como un problema en su entorno. Diez años atrás, los hogares afectados eran el 19%, según la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por el INE. Las comunidades autónomas más 'pacíficas' son Navarra, País Vasco, Castilla y León y Aragón mientras que las regiones donde la sensación de delincuencia es mayor son Melilla, Ceuta, Madrid y Murcia, en ese orden.
También cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta a los españoles cuáles son sus preocupaciones, la "inseguridad ciudadana" figura como una de las respuestas menos repetidas. En la misma línea que el resto de los indicadores, esta sensación ha descendido de forma considerable en los últimos años. "La creación de instituciones que velan por la seguridad y castigan la violencia ha sido un elemento fundamental para la reducción de la misma, en tanto que la hace más costosa", opina de la Corte.
Si aun así sigue teniendo miedo de que le asalten por la calle para robarle la cartera, sepa que hoy puede ir un 40% más tranquilo que en 2008. Entonces, según datos del Ministerio del Interior (que no dispone de información de los Mossos d'Esquadra), se conocían cerca de 49.500 atracos en la vía pública al año, unos 135 de media al día. En 2016, último dato disponible, rondaban los 80 diarios. De forma general, los robos con fuerza, tanto en la calle como en las casas o tiendas, se han reducido casi un 25% en los últimos 5 años.
Los primeros datos oficiales publicados en España sobre delitos de odio, aquellos dirigidos contra un grupo discriminado por motivos de raza, ideología, orientación sexual, discapacidad sexo cualquier otra condición personal, son del año 2013. Por ello, todavía es pronto para observar tendencias. En 2016 hubo en España 1.272, un 4,2% menos que el año anterior, según el último informe del Ministerio del Interior. Aun así, y muy a pesar del 'Refugees Welcome', hasta 416 personas denunciaron ataques racistas. Y aunque España sea el país más gay friendly del mundo, hubo 230 ocasiones en las que alguien denunció que su orientación o identidad sexual fue motivo suficiente para que otro alguien cometiera un delito. 60 más que el año anterior. ¿Somos más homófobos? Todo apunta a que, en todo caso, somos más sensibles y empáticos, y por ello denunciamos más.
Educar la ira para prevenir la violencia
Un estudio de la FAD elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud publicado hace algunas semanas apuntaba que el 27,4% de los jóvenes considera "normal" la violencia de género en una relación. Aunque la interpretación puede ser confusa, por "normal" se entendía que era algo habitual en su entorno, no que les pareciese aceptable. De hecho, casi la totalidad de los encuestados aseguraban que se trataba de un problema "muy grave" en la sociedad. La directora técnica de la FAD, Eulalia Alemany, explica que aunque la proporción de jóvenes que justifica la violencia "no es exagerada", tampoco hay que perderla de vista: por ejemplo, el 25% ve justificado participar en acciones violentas en el contexto de una protesta ciudadana y a un 17% no le parece para tanto enfrentarse a la policía.
Más preocupante para Alemany resulta la cantidad de situaciones violentas que los jóvenes viven o han conocido de cerca en las relaciones de pareja. Revisar el móvil, insultar o impedir ver a los amigos o controlar son signos de violencia que para más del 30% son habituales.
En 2016, último dato disponible en INE, el 94% de los adultos condenados por "trato degradante y violencia" eran hombres. También entre la población joven se observan más conductas violentas en hombres que en mujeres: "Los estereotipos se repiten a lo largo de los años y España es una sociedad machista, no lo podemos esconder. Se atisban cambios, aunque no todo lo rápido que podríamos desear", apunta Alemany.
Sin embargo, la educadora afirma que, salvo casos muy excepcionales en los que la genética es determinante, "la violencia no deja de ser un impulso que se puede controlar perfectamente". Un impulso que ningún ser humano se libra de sentir. Y el medio para prevenirlo es la educación. "Hay que aprender a reconocer la ira, si no dejamos que los jóvenes se enfaden y aprendan a reconocer ese sentimiento, no sabrán filtrarlo después. Expresar un sentimiento humano como la ira es algo que hay educar, como el resto de los sentimientos, para adelantarse al problema", considera.
Los cambios que atisba Alemany también los reconoce de la Corte, que asegura que la capacidad de empatía se ha incrementado, lo cual reduce la proliferación de la ira. "Anticipamos los efectos dañinos de la violencia y eso nos hace sentir mal porque empatizamos", considera. También para Garzón el cambio generacional es perceptible: "Entre las nuevas generaciones de jóvenes surge lentamente una perspectiva distinta en la manera de afrontar la vida y en concreto el tema de los conflictos personales e incluso sociopolíticos". Una perspectiva que se instaura para crear una sociedad más pacífica, más sensible y menos tolerante al odio.
Aumentan los suicidios
La definición de violencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye también la ejercida contra uno mismo. En este aspecto la evolución en España es preocupante: los suicidios, primera causa de muerte externa, se han duplicado desde 1980. Teniendo en cuenta el número total de muertes el incremento es más moderado, aunque para los hombres, el grupo con mayor tasa de suicidio, se ha pasado de 80 casos por cada 10.000 a 125.
http://www.elmundo.es/papel/2018/01/12/ ... b465b.html