El sol se esconde a media tarde tras las dunas en El Aaiún. Allí, en una fría tarde, encontramos a Ahmed, que nos cuenta la historia de su familia. Su difunto padre, que se llamaba como él, nacido en el Sáhara Occidental, sirvió en el Ejército español durante la época colonial. Fue soldado de la Policía Territorial en los años 60 en el control de fronteras y de las caravanas de camellos que pasaban contrabando por todo el Sáhara. Y, cuando se retiró, la vejez la pasó también luchando, no en combate sino en los juzgados españoles: por una pensión que reconociera sus servicios prestados a España.
Lo consiguió en los años 80, aunque después el Ministerio de Defensa se la congeló un par de veces hasta que por fin en 2013 la Pagaduría de Canarias verificó su DNI bilingüe y su cartilla de militar. Pero no todo estaba ganado. «Mi padre falleció unos meses después con 82 años y España empezó a pagar una pensión a su primera mujer, con la que no tenía hijos. En cambio, mi madre, que es la tercera esposa, 30 años más joven y con dos hijos, nunca ha cobrado lo que le correspondería por ser también su viuda», lamenta.
Ésta es la historia de la última batalla colonial que se libra en los tribunales españoles. La de la madre de Ahmed y la de otras segundas viudas, o terceras... O incluso cuartas. Son las esposas de los soldados polígamos fallecidos que sirvieron en el Ejército español en los antiguos enclaves del Sáhara Occidental y de Sidi Ifni, que ahora reclaman sus pagas a un país cuyo código penal castiga hasta con un año de prisión la poligamia. Hasta ahora, este ejército de viudas que malvive entre los pueblos del Sáhara Occidental, los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), Mauritania y el norte de Marruecos, sólo habían logrado pequeñas victorias en tribunales autonómicos españoles. Pero esta semana todo ha dado un giro.
Por primera vez, el Tribunal Supremo español ha reconocido el derecho de una segunda viuda a cobrar la ansiada pensión. A repartírsela, al menos, con la primera esposa. La sentencia, firmada el 24 de enero y hecha pública esta semana, puede abrirle el camino a Ahmed y a muchas otras familias reclamantes. El triunfo en el Supremo lleva el nombre de un difunto, el soldado Mohamed Messaud Abderraman, y de sus dos esposas, que, como Ahmed, viven hoy en El Aaiún.
Mohamed fue soldado en la Compañía Mixta de Ingenieros de la Policía Territorial del Sáhara desde 1949 hasta 1959, fecha en la que pasó a la situación de retirado y se ganó su derecho a una pensión española. Cuando falleció a los 77 años, le concedieron la pensión de viudedad a su primera mujer, Fatiha Hajjouchi, con la que se casó en 1977 y con la que no tuvo hijos.
Su segunda esposa, en cambio, no corrió la misma suerte. Ezzouhra Dimani se casó con Mohamed en 1996 y juntos tuvieron tres hijos, el último hace sólo diez años. Así que también solicitó la pensión de viudedad. Sin embargo, el Ministerio de Defensa rechazó su petición. Ezzouhra recurrió entonces ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que lo desestimó nuevamente. Su argumento: la bigamia es contraria al orden público español. La prohíbe y penaliza el Código Penal. Además, añadió, resulta incompatible con las normas españolas y supone una situación de desigualdad entre sexos y de sumisión de las mujeres a los hombres.
Arriba, el DNI bilingüe de Mohamed Messaud. Abajo, cartilla de la Pagaduría de Las Palmas de un soldado jubilado llamado Ahmed. CRÓNICA
Aun así, Ezzouhra -apodada por el Supremo como Marisol, viuda de Rodolfo, para preservar su identidad- no se arredró. Acudió al Tribunal Supremo, que es el que acaba de fallar a su favor. Su sentencia, pionera, crea jurisprudencia para los casos similares: las dos viudas -no sólo la primera- tienen derecho a la pensión. A partir de ahora tendrán que repartirse el pago de 260 euros procedentes de las arcas públicas españolas.
La abogada que se ha ocupado del caso, Beatriz García Tuñón, lleva tres años defendiendo desde su despacho en Las Palmas que las viudas de los soldados polígamos reciban una pensión repartida. Su labor: comprobar que la documentación sea la correcta y preparar las denuncias. «Hay mujeres que no conservan el DNI bilingüe que expidió España en su día a los saharauis que vivían en las colonias españolas, pero sí guardan la cartilla que les dio el Ejército español, así que pueden ir al Ministerio de Defensa y solicitar el expediente militar de su marido para cobrar la pensión. En el caso de las mujeres de Mohamed, ambas tienen su DNI bilingüe», precisa la letrada.
Toufiq y sus cuatro mujeres
Para ella ha sido un triunfo importante. Es verdad que hasta la fecha se habían dado algunos casos puntuales de segundas o terceras viudas que lograron un reparto equitativo de las pensiones. Así le ocurrió a Fadhila, una mujer casada con Toufiq, un soldado que ya tenía tres esposas. Tras su muerte, Fadhila consiguió por vía administrativa en Andalucía su parte del pastel, según nos cuenta su sobrino Abdati. La diferencia, ahora, es que el reparto lo dictamina el Tribunal Supremo. Y, además, asumiendo el principal argumento de la abogada canaria: que prevalece el Convenio de Seguridad Social firmado entre España y Marruecos en 1979, según el cual «la pensión de viudedad causada por un trabajador marroquí será distribuida, en su caso, por partes iguales y definitivamente entre quienes resulten ser, conforme a la legislación marroquí, beneficiarias de dicha prestación».
De modo que la viuda Ezzouhra recibirá el pago que le corresponde desde el primer día del mes siguiente al fallecimiento de su marido, que cobraba su pensión a través de la Pagaduría de Las Palmas. «La gran mayoría de los saharauis cobran a través de Canarias. Hay una persona de Defensa que se encarga de viajar hasta El Aaiún y recoger toda la documentación, comprobar que es la correcta, traducirla y presentarla vía administrativa. Porque también se da la picaresca y algunas veces se han falsificado los documentos», cuenta la abogada.
Ahora tiene entre manos otros seis procesos de mujeres viudas de matrimonios polígamos que están bloqueados en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Las primeras esposas suelen tener entre 70 y 80 años. Las segundas y terceras no superan los 50. «Estaban pendientes de conocer la última resolución del Supremo. El Tribunal de Madrid ha suspendido la tramitación de varios casos debido a la poligamia, argumentando de nuevo que iba en contra del orden público. Me imagino que [con el fallo pionero sobre Ezzouhra] desbloquearán los casos en los próximos días y dictarán sentencia siguiendo la doctrina que ha tomado el Supremo».
1.500 viudas
Antes de esta batalla de las segundas (y terceras y cuartas) viudas de matrimonios bígamos o polígamos, ha habido una previa: la de que España reconociera que la esposa (la primera que lo solicitase o la única) de un militar saharaui del Ejército español tiene derecho a cobrar una pensión tras su muerte. En 1998 la Secretaría General de Defensa empezó a denegar los pagos argumentando que poseer el DNI bilingüe no era suficiente y que era necesario que las propias mujeres tuvieran también la nacionalidad española. En cambio, algunos tribunales superiores autonómicos, como el de Canarias, sí dictaron varias sentencias favorables para ellas. En 2011 e l Consejo de Ministros volvió a negar los pagos, que no volvieron a activarse hasta 2013, cuando el Supremo obligó al Gobierno a pagar íntegramente la pensión de viudedad de las mujeres cuyos maridos formaron parte del Ejército español en la antigua colonia del Sáhara Occidental.
Sólo en Canarias residen 1.500 viudas de militares saharauis que sirvieron a España que están reclamando al Estado cobrar las pensiones que les corresponden. Además, en la zona liberada del Sáhara hay otras «120 viudas» que viven en poblaciones nómadas sin recibir «ninguna ayuda», asegura desde Tinduf Mhaame Khaddad, miembro de la dirección del Frente Polisario. «Las que sí cobran no ganan más de 78 euros al mes. Y encima les quitan el IRPF. España las abandonó», denuncia.
Un soldado saharaui reclutado por Franco, en la antigua colonia de Sidi Ifni. CRÓNICA
También a 492 kilómetros al norte de El Aaiún, en la antigua provincia española de Sidi Ifni, hay más de 1.100 viudas en estas circunstancias. En 1969 Franco no sólo devolvió este territorio a Marruecos sino que también dejó sin protección a los miles de soldados marroquíes que habían luchado en el bando español durante la guerra de Ifni (1957-1958) y a las viudas de los que murieron en combate.
Pablo Vázquez Ramírez nació en Ifni en 1960 y es el administrador de una web (El Rincón de Sidi Ifni) donde recuerda las historias de la antigua colonia española. «Quitando a los oficiales españoles, el 90% de los soldados, los llamados tiradores, eran nativos de Marruecos», explica Pablo. «Años después de que España dejara el territorio, venía a la ciudad el llamado pagador, un hombre cargado con bolsas de dinero que iba casa por casa repartiendo la pensión a unos pocos soldados jubilados y a las viudas. Después, el Gobierno español publicó en el BOE un escrito donde daba de plazo tres meses para que ellos y sus familias se nacionalizaran. Obviamente, muy pocos se enteraron».
En los Premios Goya de 2013, uno de los cortos documentales nominados fue Las viudas de Ifni. Sus creadores, Pacheco Iborra y Pedro Palacios, viajaron hasta Marruecos para entrevistar a estas mujeres, abandonadas por España y repudiadas por el reino. Muchas de ellas aún esperan hoy la concesión de una pensión que en algunos casos no supera los 50 euros al mes.
Hace poco el diario marroquí Akhbar Al Yaoum criticó lo que llamaron «las pensiones irrisorias de los soldados marroquíes que sirvieron bajo el mandato de Franco». El periódico cifró en 17.500 las personas que las cobran; la mayoría, viudas de soldados. «Los militares jubilados que no tienen esposa ni hijos sólo reciben el equivalente a 45 dirhams (4,5 euros) de pensión mensual. Quienes tienen familias no están mucho mejor: su pensión no supera los 60 dirhams (6 euros)».
En Marruecos, la mudawana, el Código de Familia nacional, permite la poligamia del hombre: puede tener hasta cuatro esposas, siempre que la primera dé su consentimiento. Según el Ministerio de Justicia del reino alauí, cada año se celebran en Marruecos cerca de 1.000 matrimonios polígamos.
«Yo ya he mandado toda la documentación que me pidieron para demostrar que mis padres estaban casados legalmente», concluye Ahmed desde El Aaiún. «Mi abogado de Canarias me ha dicho que seguramente ordenarán repartir esa pensión entre las tres viudas. Es lo justo», dice. «Aunque es normal que en España no entiendan que un hombre pueda tener varias esposas». Hasta cuatro.
http://www.elmundo.es/cronica/2018/02/0 ... b460f.html