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NotaPublicado: 03 Feb 2019 10:09 
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Rescatan en el rastro una película filmada en 1921 sobre una expedición benéfica a Marruecos que impicó a toda la ciudad



«He encontrado algo para ti», le dijo por teléfono Javier Martín a su amigo Luis Posadas, después de trastear en el mercadillo dominical del Real de la Feria, y toparse con una lata redonda, con la firma Pathé en el metal, y un rollo de película en su interior. «Seguro que te interesa». Posadas (apasionado de los rastros y de la historia cotidiana de la ciudad) le echó un ojo.

Con los primeros fotogramas al trasluz pudo leer: «Marruecos. La visita de Valladolid a sus soldados». Unos centímetros de cinta más allá, descubrió que allí estaba grabada la entrega de un altar regalado por el arzobispo Gandásegui a las tropas destinadas en el Monte Arruit. Luis ya no necesitó más. Se quedó con la cinta. Y así ha rescatado del olvido un tesoro que da fe de una campaña benéfica que hace casi un siglo movilizó a toda la ciudad, de una iniciativa solidaria que en 1921 implicó a parroquias, empresas y particulares para recaudar fondos y comprar con ese dinero todo aquello que necesitaban los soldados vallisoletanos destacados en Marruecos, víctimas del Desastre de Annual, la grave derrota que el Ejército español sufrió en el norte de África en julio de hace 98 años.

Luis se puso en contacto con Luis Miguel Francisco, experto en ese periodo histórico y autor del libro 'Morir en África'. Contactó con el Ministerio de Defensa, el Ayuntamiento, la Academia de Caballería. En ningún sitio halló referencias a la existencia de esta cinta. Piensa por eso que se trata de una copia única. La hemeroteca de El Norte de Castilla ha sido clave para reconstruir la historia recogida en esta colección de negativos en la que se ve cómo un grupo de vallisoletanos entrega, el miércoles 16 de noviembre de 1921, un altar portátil para que el regimiento de Farnesio escuchara misa en el campo de batalla.

Todo fue fruto del empeño personal de Federico Santander, alcalde albista en 1921, quien convocó una «suscripción patriótica» para conseguir dinero y mostrar «la adhesión fraternal de la ciudad a los soldados que sostienen en África nuestra bandera y nuestro nombre». Entre ellos había muchos vallisoletanos, integrantes de los regimientos de Isabel II y Farnesio. El 30 de julio, se enviaron a los ayuntamientos de la provincia órdenes telegráficas del Ministerio de Guerra en el que se comunicaba a los alcaldes que debían informar a los hombres con licencia trimestral o ilimitada que debían reincorporarse. De Villanubla, por ejemplo, fueron seis mozos. De Cigales, 14. El arzobispo Remigio Gandásegui animaba a los párrocos y fieles a «elevar sus plegarias al Dios de los Ejércitos» para proteger a los «hermanos» que, «cual huestes de Israel, pelean por el honor de España en la ingrata tierra africana». En este contexto, con la losa política del Desastre de Annual y el dolor ciudadano por tantos hombres enviados a la guerra, llegó el llamamiento a la solidaridad del alcalde Santander.

El 9 de octubre ya se habían conseguido 83.000 pesetas (498 euros al cambio actual). Todo un éxito. «Nunca creí que la recaudación en la capital pasara de 75.000 pesetas», dijo Santander, quien cifró en 125.000 el total con las aportaciones de la provincia. Buena parte de ese dinero, casi 18.000 pesetas, procedía de una corrida benéfica organizada por la Asociación de la Prensa. El Norte publicaba a diario la procedencia de las donaciones. Y contaba historias curiosas. Como la de una mujer que se acercó al alcalde para entregarle una peseta, con el objetivo de que se la hiciera llegar al soldado Emilio Yagüe, «en nombre de su tía Restituta». Esta historia se comentó en la tertulia del Círculo de Recreo y el doctor Bárcena entregó otras 25 pesetas para ese recluta.



Con todo ese dinero se compraron dos camiones tipo militar para cada uno de los dos regimientos (Isabel II y Farnesio). Uno era de marca Renault, costó 20.000 pesetas y se trasladó desde la fábrica de Villacourt hasta Melilla vía Málaga. Otro era un Fiat (19.000 pesetas) y salió desde Génova. Soportaban tres toneladas de carga, estaban cerrados con lonas impermeables y eran «similares a los que se usaron en la guerra europea».

También se compraron 420 pares de botas «fuertes contra la humedad» y 420 fajas de abrigo. El jefe de la fuerza de Intendencia en Marruecos pidió 60 fundas de colchonetas (al final no se pudieron comprar al no hallar suministro para tanta cantidad de lona) y el de Sanidad, 190 impermeables. Además, se compraron jerséis y calcetines.

«Las mujeres de casi todos los hogares vallisoletanos» confeccionaron chalecos de lana, en cuyo interior se guardaron cajetillas de tabaco y pitillos. Aquí colaboraron también las profesoras y alumnas de la Escuela Normal de Maestras, que prepararon cincuenta. En cada uno de ellos pusieron prendida una medalla del Santo Cristo de Limpias. Los mejores alumnos de cada clase recogían el dinero entregado por sus compañeros: «Solo deseo que cada estudiante de una peseta, pero espero que ninguno deje de contribuir», animaba el alcalde Santander. Con el dinero de los estudiantes se compraron libros para los enfermos, «guitarras, bandurrias, acordeones, panderetas y otros instrumentos». Los confiteros reunieron 500 libras de chocolate.



Y hubo múltiples donaciones de objetos eclesiásticos después de que la marquesa de Cavalcanti dijera que la iglesia de Nador necesitaría un palio. Se encargó uno que costó 1.500 pesetas y era de brocado blanco y oro, forrado de seda rojo; en sus bandas laterales con escudos de España y Valladolid. Además, llegaron casullas, campanillas, un cáliz del siglo XVIII donado por el ingeniero de Caminos Manuel Díez Sanjurjo y un cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro entregado por el comerciante Mariano García Abril.

El 31 de octubre, el alcalde se encontró por al calle «con una distinguida dama, madre de un soldado de la cuota vallisoletana que se haya en Melilla», que le contó que las fuerzas que ocupan Zeluán «no pueden cumpir sus deberes religiosos por falta de elementos». Poco después, Santander se cruzó con el arzobispo Gandásegui, quien tras conocer la historia se comprometió a financiar un altar portátil.

El 2 de noviembre, el mayordomo del Arzobispo, Valero Capdevilla, ofrecía, en nombre del arzobispo Gandásegui ese altar de campaña, con servicio completo de plata y ropas para celebrar. La entrega de ese altar es la que aparece consignada en el vídeo.

La enorme colección se expuso el domingo 7 de noviembre en el salón de quintas de la Casa Consistorial, de 11:00 a 19:00 horas. «Puede decirse sin hipérbole» que por allí pasó «la casi totalidad de la población» para ver los objetos que se enviarían a Marruecos. Los ciudadanos entraban por la calle Manzana y después salían por la calle de Jesús. En ambas puErtas se montó un servicio de la Guardia Municipal «aunque fue innecesario, ya que nuestro pueblo demostró una vez más su cultura, guardando el mayor orden, a pesar del enorme gentío», contaba el periódico.

En el centro del salón se colocó bajo el palio bordado en oro y con varas de plata el altar portátil. Sobre este, «diversos objetos de servicios, ricas casullas y capas para oficiar». Colgada del centro del techo lucía una lámpara donada para la iglesia de Nador. «Ocupaban los lados largas mesas cubiertas con colgaduras nacionales y, sobre ellas, los cientos de fajas de lana, lso chalecos de punto y los jerséis de abrigo comprados», contaba el periódico. «En las columnas, adornadas con guirnaldas de flores y follaje había colgaduras donde se leía 'Valladolid a sus soldados'. Además, en el patio central de la Casa Consistorial se expusieron tres carros aljibes construidos en la capital para el 14 regimiento ligero de Artillería.


Después de la exposición, los empleados municipales, con ayuda de los bomberos, embalaron todos esos objetos en 73 cajas y los llevaron al día siguiente hasta la Estación del Norte, donde se llenaron tres vagones, ya dispuestos por el jefe de estación, Eusebio González.

Junto a la mercancía viajó una comisión vallisoletana que, con parada en Madrid, fue recibida por la reina Doña Cristina (quien se mostró «satisfechísima» por el apoyo de Valladolid al Ejército). La reina encargó al alcalde de Valladolid que saludara a su nieto don Alfonso y al príncipe Felipe, así como a los jefes y oficiales de Valladolid. La comisión visitó por la tarde el Congreso de los Diputados para entrevistarse con el ministro de la guerra, Juan de la Cierva y Peñafiel, quien «elogió calurosamente» la iniciativa de Valladolid. En el Congreso también saludaron a los diputados vallisoletanos: Alba, Zorita, Royo Villanova, Llorente, Guillén y Pimentel.

Esa comitiva estaba compuesta por el alcalde, Federico Santander, quien viajó junto a Isidro de la Villa, catedrático de la facultad de Medicina, vicerrector de la Universidad y teniente de alcalde. También Emilio Gómez Diez (diputado provincial y expresidente de la Diputación), Fernando Pintó Moyano (capitán de Artillería y representante de los cuerpos de la guarnición), Juan Leonardo (representante de la Cámara de Comercio y concejal), Vicente Andrés Bueno (representante del Círculo de Recreo) y Eduardo Rubio de Medina (depositario municipal). «Todos los representantes se sufragan particularmente sus gastos», aclararon los implicados.

La comitiva llegó a Melilla el 11 de noviembre. Al día siguiente, realizaron una visita oficial a los generales Berenguer y Fresnedas. La columna Sanjurjo desfiló por las calles de la ciudad, «con los balcones y terrazas llenas de gente». Esta tarde, la comisión visito´los hospitales de la Cruz Roja para entregar allí «una arqueta antigua con dulces, regalo de los estudiantes vallisoletanos, y libros para los convalecientes».

El domingo 13 por la tarde, a las 16:00 horas, se acercaron para visitar a las fuerzas del regimiento de Isabel II. Allí, después de los discursos, y bajo una tienda de campaña, engalanada con los escudos de Valladolid y de España, hubo un 'lunch'. Al muelle ya habían llegado parte de las cajas con los objetos donados por Valladolid. Pero no toda la carga estaba ya en Marruecos. Hubo temporal, uno de los barcos tuvo que regresar a Málaga y no se contó con todo el material hasta el martes.

«Hemos entregado a la marquesa de Cavalcanti los regalos hechos por el pueblo de Valladolid para la iglesia de Nador y han sido elogiadísimos por la marquesa y por el superior de los franciscanos, que envían su profunda gratitud a Valladolid por la esplendidez que han demostrado«, decía el alcalde en una carta remitida al Ayuntamiento. La comisión hizo una excursión hasta Nador para ver el templo.

Portada del 18 de noviembre, con información sobre el acto celebrado en el Monte Arruit.
Portada del 18 de noviembre, con información sobre el acto celebrado en el Monte Arruit. / EL NORTE

El miércoles 16, ya con la carga del segundo barco en Melilla, se acercaron al monte Arruit. Sobre una fosa en forma de cruz, de 295 metros de longitud «y en la que yacen las víctimas de la guerra» se instaló el altar portátil regalado por el Arzobispo Gandásegui, donde el capellán de Farnesio, Ramón Olaya, ofició una misa. «Sobre el altar destacaba la bandera que fue izada en el arco del reducto al hacer su reconquista y que, como recuerdo, el regimiento de Farnesio había regalado a la comisión para que sea llevado a Valladolid el glorioso trofeo», decía El Norte de Castilla de la época.

Terminada la misa, hubo discursos del alcalde, Federido Santander (titulado 'Justicia y castigo piden las víctimas, no venganza), y de José Selgas Ruiz, coronel del regimiento de lanceros de Farnesio. Después, un orfeón compuesto por soldados de Garellano (Bilbao) cantaron «varios zortzicos y otras obras».

En estos actos estuvieron presentes no solo los integrantes de la comisión vallisoletana, sino también el infante Alfonso, el príncipe Felipe, la marquesa de Cavalcanti, el general Cabanellas y los regimientos de Farnesio, Treviño, Garellano y Brobóbn, así como el primer batallón de zapadores. Se repartieron los objetos donados por Valladolid, hubo comida (sin brindis) y champán para las autoridades y los soldados heridos.

«Durante los actos, se impresionó por la casa Pathé una película cinematográfica para ser exhibida en Valladolid», decía El Norte del 18 de noviembre. Esa cinta es la que ahora, 98 años después, rescatada del mercadillo, evoca la gran campaña benéfica que emprendió la provincia para apoyar a los soldados vallisoletanos que combatieron en el Desastre de Annual.
https://www.elnortedecastilla.es/vallad ... 11-nt.html

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SLAVA UKRAYINI! HÉROYAM SLAVA!.-
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